Impulsada en gran medida por el aumento del nivel de vida en países en desarrollo y en transición, especialmente en Asia, y por las grandes inversiones en infraestructura para atender la demanda desbocada de materiales, el informe realizado por el Panel Internacional de Recursos, destaca que desde el año 2000, la extracción se aceleró.
Existe además una enorme desigualdad en la distribución mundial del uso de los materiales. Los países ricos consumen 10 veces más materiales que los países más pobres, y el doble de la media mundial. El consumo de Europa y América del Norte encabeza el ranking de consumo de materiales con 20 y 25 toneladas per capita respectivamente. En cambio, el consumo de materiales per capita de Asia-Pacífico, América Latina y el Caribe, ronda entre 9 y 10 toneladas, mientras que África está en torno a las 3 toneladas. Un ejemplo demoledor de la irracionalidad del sistema: los países más ricos necesitaban en 2017, traer de otras partes del mundo 9,8 toneladas de materiales por persona!!!.
Entre 1970 y 2017, el uso de combustibles fósiles pasó de 6.000 millones a 15.000 millones de toneladas. El uso de biomasa creció de 9.000 millones a 24.000 millones de toneladas, principalmente para alimentos, materias primas y energía. El uso de minerales metálicos se duplicó solo entre los últimos 15 años con impactos significativos en la salud humana y en el clima.
El cambio es urgente y posible
Las grandes corporaciones y sectores económicos con intereses en sostener ese consumo irracional plantean que lo que se requiere es un uso eficiente de los recursos. Es verdad, pero la eficiencia no es suficiente. Es necesario un replanteamiento económico urgente y un cambio de dirección.
El informe de la ONU sostiene que el aumento acelerado de la explotación de recursos impone “pasar de los flujos lineales a los circulares a través de una combinación de ciclos de vida útil prolongados, diseño y estandarización inteligentes de productos, y la reutilización, reciclaje y refabricación”.