Para hablar de moda sostenible que mejor que oír a una de las grandes modelos de la actualidad, que confiesa su lucha contra el plástico y en favor de una moda respetuosa con el planeta.
Se trata de Irina Shayk, la famosísima top model, elegida por los más prestigiosos modistos y las marcas más renombradas. Hoy es embajadora de la firma italiana Intimissimi que acaba de lanzar en marzo pasado su mini colección ‘Green Collection’, una línea de lencería, pijamas y prendas de punto con hilo de bambú.
Con ese motivo –en una entrevista que concedió a El Mundo (España)– Irina reconoce que la moda será ecológica o dejará de existir por insostenible: “Todos tenemos que pensar en el futuro de nuestro planeta, de lo contrario no lo tendremos mañana. Creo que la sostenibilidad es de vital importancia para todos hoy en día….Necesitamos cuidar nuestro medio ambiente y vivir en armonía con la naturaleza que nos rodea”.
Irina sostiene que representa la Green Collection de Intimissimi porque se trata de “una línea especial de lencería, pijamas y prendas de punto hechas de materiales sostenibles” a la que define como “de primera calidad, elegante y con bajo impacto medioambiental”.
A qué materiales sostenibles se refiere la bellísima modelo rusa? Al bambú. Si alguien ha usado una prenda de ese material, habrá tenido –por lo suave y agradable– una experiencia única sobre cómo las telas de bambú se relacionan con la piel.
La creciente tendencia global hacia una moda más sostenible está impulsando, cada vez más a diseñadores y jóvenes emprendedores a aventurarse en el apasionante mundo del bambú, ofreciendo prendas confeccionadas con este material mágico.
El bambú es la mayor planta herbácea perenne del mundo. Está presente en el Planeta desde hace 30 a 40 millones de años y se desarrolla de manera natural en todos los continentes, excepto Europa.
Desde que convive con el hombre, ha desempeñado un papel importante en el desarrollo de determinadas culturas como la asiática, que ha empleado el bambú para alimentarse, curar sus dolencias, confeccionar su ropa, hacer sus instrumentos musicales y hasta el papel, e incluso construir sus casas.
Para los chinos simboliza longevidad y para los japoneses, la encarnación de la pureza. Ha sobrevivido a la larga evolución del hombre y ahora encarna el lento retorno de la humanidad a la naturaleza.
En los últimos años, los productos de bambú empiezan a tener una fuerte presencia en el mundo y, singularmente, en el espacio de la moda.
La fibra de bambú y su tela tienen propiedades sorprendentes. La fabricación tradicional implica la obtención de la fibra a través de un procesamiento mecánico. Se lo tritura y fermenta hasta formar una pasta homogénea y viscosa. Una vez seca, se inicia el proceso de peinado y luego el proceso de hilado, con el que se teje y se tiñe. Recién entonces se confecciona la prenda.
Como este procedimiento es lento y trabajoso, existe una variante con uso de reactivos químicos para simplificar y acelerar el procesamiento de las fibras. En ese caso, el proceso es similar al de la madera para hacer viscosa o rayón y por tanto, no se trata de una tela de bambú que pueda ser considerada ‘natural y biodegradable’.
La celulosa del bambú es especial y única en el mundo vegetal. Posee un radical químico que no está presente en ninguna otra celulosa, llamado Kun. Es un potentísimo bactericida natural que elimina el 99% de las bacterias que entran en contacto con las fibras.
Por eso la ropa de bambú tiene la propiedad de eliminar malos olores que pueden generar estas bacterias en el cuerpo humano. Esta característica del bambú también le otorga condiciones especiales para usos médicos (gasas, vendas, apósitos, pañales, tampones, etc.), ya que pueden complementar y potenciar la acción bactericida de las cremas antibióticas.
Además de tener propiedades antibacterianas, la fibra de bambú tiene un sinnúmero de ventajas que, según algunos expertos, le permitirá reemplazar al algodón. Su extraordinaria suavidad proviene de un componente natural: la pectina, que lo hace ideal para ropa de bebé y ropa para niños. Sus defensores insisten en que quien lo use una vez, ya nunca más volverá a usar algodón.
Su condición de tela antibacteriana y antimicótica le otorga mayor durabilidad y menor desgaste. No causa alergia, lo que la hace ideal para personas con piel sensible. Como el bambú absorbe la humedad rápidamente y regula la temperatura corporal, es apropiada para ropa deportiva. Y como bloquea los rayos UV en un 98%, resulta insuperable para la exposición al sol.
La fibra del bambú es la quinta fibra natural del mundo, después del algodón, el cáñamo, la lana y la seda. De todas ellas, es la única fibra verde natural, verdaderamente respetuosa del medio ambiente.
Como los textiles de fibra de bambú reproducen cabalmente las características propias de esta fantástica gramínea, la demanda de sus productos ha aumentado año tras año, tanto para ropa interior y de vestir como para ropa de cama. Debido a la estructura especial de la fibra de bambú, la altura de la sección transversal natural es ‘hueca’, lo que la hace, según los expertos, una tela “respirable”.
Pero es desde el punto de vista ambiental donde sus características explican su auge actual. El bambú es la planta de más rápido crecimiento en el mundo y, por lo tanto, un recurso ecológico y sostenible. En el mundo existen unas 400 especies de bambúes, desde algunas enanas a otras que alcanzan entre 18 y 20 metros. El rendimiento de una hectárea de bambú es diez veces mayor que la de algodón.
Durante su vida útil, una hectárea de esta gramínea absorbe 20% más CO2 que una hectárea de bosque. Por pertenecer a esa familia vegetal no necesita de semillas y se comporta como el pasto, por lo que en vez de talarse como un árbol, se puede podar y se reproduce velozmente. Como el bambú tiene la particularidad de no requerir mucho cuidado, su mantenimiento es de muy bajo coste.
No requiere uso de pesticidas o fertilizantes, ya que se desarrolla naturalmente y tampoco necesita para crecer grandes cantidades de agua. El algodón, por el contrario, demanda toneladas de agua para crecer: unos 2.000 litros de agua para producir una sola prenda.
Además, como es 100% biodegradable, los textiles de fibra de bambú se descomponen naturalmente en el suelo sin contaminar.
Su aporte a la salud del Planeta puede ser enorme. Tiene una gran capacidad de absorber el dióxido de carbono. Crece con mucha rapidez. Permite reforestan rápidamente grandes extensiones de tierras atacadas por la deforestación y erosión de los suelos. Su sistema radicular de rizomas, retiene y acumula agua en los suelos, actuando como un purificador de atmósfera.
El asombro ante el bambú no termina allí: es ultrarresistente, puede ser cosechado en cualquier época del año y rebrotará en el mismo lugar durante muchos años. Su carácter polivalente como recurso natural puede tener un gran impacto en el mundo, ya que puede ser utilizado para un sinfin de productos.
Las singulares cualidades del bambú y sus notables características lo convierten en una fibra asombrosa, que ha despertado el interés de diseñadores de moda y jóvenes emprendedores en todo el mundo. En Iberoamérica son múltiples las experiencias que se están desarrollando y que merecen conocer todos aquellos que tienen un decidido interés por preservar del Planeta.
En Argentina, dos jóvenes emprendedoras Agostina Trovato y Gabriela Rivero, con una fuerte vocación por el medio ambiente, desarrollaron Get Wild!, donde pretenden congeniar negocios y sostenibilidad. Provenientes de la sociología y el marketing, compañeras de trabajo durante 10 años en una empresa de telecomunicaciones, en 2016 decidieron dar el salto –tras tres años de investigación– y aventurarse en el mundo del bambú.
“Nuestra búsqueda incansable –confiesan– estaba centrada en encontrar un modo viable de producir el textil a partir del hilado de la caña de bamboo en Argentina (sentando precedente para el mundo) y que todas las etapas para obtenerlo fueran, dentro de lo posible, amigables con el ambiente y llevado a cabo bajo prácticas de comercio justo revalorizando técnicas ancestrales de obtención”.
En agosto de 2016, con esos valores, una muestra de tela y un fuerte compromiso por crear una marca que reuniera los valores que defienden, fueron finalistas de un concurso para proyectos con impacto social y ambiental, donde midieron que su sueño era realizable. Ocho meses después se presentaron a un nuevo concurso, convocado por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa, donde recibieron el Primer Premio en esa categoría.
“Existen muchas especies de cañas de bamboo –explican– sin embargo, sólo de tres es posible obtener la fibra que nos permite llegar al hilado. No son, por cierto, las que forman parte de la dieta de los pandas u otros animales. Precisamente, no son elegidas por ellos por tener una corteza extremadamente dura, que resiste a elevadas temperaturas, rayos UV del sol y retiene enormes cantidades de agua para enfrentarse a largo períodos de sequía. Son estas cualidades que tiene naturalmente la caña las que hacen que se transfieran a sus fibras y luego a la tela. De allí la obtenemos”.
Agostina y Gabriela intentan cuidar cada detalle: “Si bien la planta de bamboo es el recurso ecológico y sostenible por excelencia, no es suficiente utilizar su fibra para que todo el proceso sea ecológico, sino que esto debe integrarse a toda una cadena de procesos de la industria textil y sus etapas; y en cada una ellas, reducir al máximo, los recursos agua y energía para que el todo el proceso sea ecológico y tenga un impacto ambiental positivo”.
Get Wild! terceriza parte de su producción: elabora su hilado en una hilandería externa y en una tejeduría confeccionan la tela. Trabaja con tintes residuales de una teñiduría, bajo el lema “usamos lo que otros desperdician”. Y operan el desarrollo de sus prendas bajo la ética del ‘comercio justo’: en talleres habilitados, libres de trabajo esclavo, empoderando a mujeres liberadas de talleres clandestinos y en equipo con organizaciones sociales y talleres rurales.
La fibra con la que desarrollan sus productos de bambú es considerada como la mejor alternativa para una moda totalmente sostenible y con propiedades superiores al algodón. El modelo en el inicio fue de venta minorista a través de la web, pero para ganar escala apuntaron a la venta mayorista a través de locales multimarca.
En México, los hermanos Erick y Mishe Rodríguez fundaron Elementa en enero del 2017, con una sola misión: innovar una industria que ha tenido pocos cambios en las últimas décadas, la industria de la moda.
Diseñan y confeccionan en el estado de Puebla, desde donde plantean un enfoque innovador para el manejo del bamboo: máxima calidad sin comprometer el precio debido a que suprimen, gracias a Internet, cualquier intermediación. Su lema es “todo lo que quisieras de un diseñador excepto el precio”.
Por otra parte, cuentan con la inusual certificación OEKO-TEX, que garantiza que sus prendas no contienen ningún residuo químico.
Así como el bambú, se expande por sus propias raíces, en España, también está haciendo lo mismo. En noviembre pasado, la emprendedora Laura González Arriaga, manchega de Ciudad Real, lanzó ActanBe, la primera marca de ropa deportiva sostenible y 100% ecológica hecha en España.
Con más de diez años dedicada al mundo de la moda y de la belleza, sintió que aquello que le había apasionado al inicio de su carrera, ya no se adaptaba a sus valores: “Todos hemos visto documentales sobre cómo se explota a las personas, se contaminan ríos, sin tener cuidado con el medio ambiente y decidí no seguir formando parte de esa industria de la moda y sumarme a otra, con procesos de producción más sostenibles”.
Cuando se aventuró en el mundo de la ropa deportiva sostenible en el país, no había otras marcas. Las que ahora existen no fabrican en el país. Laura, orgullosa, valora su esfuerzo: “Yo lo hago todo, desde los tejidos hasta la confección… Nos parecía innecesario, si de momento vendemos en España y en Europa, traernos la ropa desde la India o desde China; así ahorramos el transporte, porque la mayoría de la ropa viene en avión o en barco que son transportes muy contaminantes”.
Aunque a lo largo de su carrera, trabajó en grandes ciudades como Florencia, Barcelona, París, Madrid o Maastricht, para engendrar Actandbe decidió volver a su pueblo Miguelturra: “Aquí, en el pueblo, lo de la vida slow es simplemente la vida. Y queremos hacer ‘moda slow’, así que no había un mejor sitio”.
En ActandBe diseñan y generan prendas elaboradas con el máximo cuidado para el Planeta, en materiales sostenibles como fibra de bambú orgánica o algodón orgánico: “Queremos fomentar el consumo responsable, por eso desarrollamos prendas básicas en muchos casos, patrones que funcionan y diseños que puedan usarse durante muchos años, que van más allá de las modas. Creemos en una sociedad que consuma menos pero consuma mejor”.