Nadie está exento. Ninguna región es inmune. Como consecuencia de los efectos catastróficos del cambio climático sobre cosechas, medios de subsistencia de comunidades altamente expuestas y destrucción de las condiciones de habitabilidad de ciertas regiones, la última actualización del Informe Groundswell del Banco Mundial llega a una conclusión sobrecogedora: más de 216 millones de personas podrían verse obligadas a migrar dentro de sus países en los próximos 30 años.
La publicación es la última versión del publicado en 2018 que abarcó África al sur del Sahara, Asia meridional y América Latina. El actual incluye proyecciones sobre tres nuevas regiones: Asia oriental y el Pacífico, Norte de África, y Europa oriental y Asia central.
Las cifras son alarmantes y muestran el deterioro creciente que el cambio climático está provocando sobre la situación ambiental. Para los autores del nuevo Informe del Banco Mundial las previsiones indican el número de personas que podrían verse obligadas a dejar sus hogares por razones climáticas de aquí al 2050:
. África al sur del Sahara 86 millones de migrantes internos;
. Asia oriental y el Pacífico, 49 millones;
. Asia meridional, 40 millones;
. Norte de África, 19 millones;
. América Latina, 17 millones;
. Europa oriental y Asia central, 5 millones.
El Informe Groundswel estima que la migración interna provocada por causas climáticas se incrementará año a año en las próximas tres décadas, para acelerarse aún más a partir de allí, si los países no reducen las emisiones mundiales de GEI y no generan medidas de resiliencia frente al creciente impacto del cambio climático.
Ya en 2030 veremos la consolidación de “zonas críticas” donde la migración por razones climáticas se agudice en ciertos países, donde parte de la población se vea obligada a emigrar buscando mejores oportunidades de subsistencia. En la segunda mitad del siglo, el fenómeno se multiplicará si la comunidad internacional y la ciudadanía global no son capaces de frenar las emisiones y tomar medidas que morigeren las consecuencias de los desastres climáticos.
Para Kanta Endoud y Viviane Clement, autoras principales de los Informes, “el cambio climático -en particular impactos como el aumento de la escasez de agua, la disminución de la productividad de los cultivos y el aumento del nivel del mar agravado por las marejadas ciclónicas- podría obligar a emigrar a las personas en peligro. En los países podrían surgir zonas críticas de migración por motivos climáticos tan pronto como en 2030, que luego continuarán intensificándose y ampliándose”.
Sin embargo señalan que hay esperanza si somos capaces de actuar ya: “Aún existe la oportunidad de actuar. Ciertamente, reducir las emisiones y garantizar que el desarrollo sea verde, resiliente e inclusivo son esenciales para disminuir el costo humano del cambio climático. Al mismo tiempo, los países también pueden anticiparse y prepararse para los factores que impulsan la migración, por ejemplo, proporcionando apoyo a las comunidades para la adaptación, diversificando los medios de subsistencia o facilitando la movilidad cuando sea necesario”.
El informe Groundswell analiza diferentes escenarios y los posibles resultados futuros que permitan ayudar a los responsables de la toma de decisiones a planificar con antelación las respuestas al clima.
Una acción internacional rápida y concertadas (dos condiciones que hoy no están) para reducir las emisiones mundiales y respaldar un desarrollo verde, inclusivo y resiliente, permitirían reducir la escala de la migración climática hasta en un 80%!!.
Además identifica las zonas más críticas por motivos climáticos, sea por creciente escasez de agua, disminución de la productividad de los cultivos, aumento del nivel del mar, etc. Y también que áreas urbanas y rurales tendrían las mejores condiciones para absorber migraciones y generar nuevos medios de subsistencia.
En el Norte del África, por ejemplo, la disponibilidad de agua se convertirá en la principal causa de migración interna por motivos climáticos. A lo largo de la costa nororiental de Túnez, la costa noroccidental de Argelia, la zona occidental y meridional de Marruecos, y las estribaciones del macizo central del Atlas están afectadas en la actualidad por estrés hídrico y su agravamiento impulsará a la población a emigrar de aquellas zonas (costeras y del interior) donde el agua es cada vez más escasa.
En Egipto, los sectores oriental y occidental del delta del Nilo, incluida Alejandría, podrían convertirse en puntos críticos de emigración debido a la disminución de la disponibilidad de agua y al aumento del nivel del mar.
Como contraparte, aquellos lugares con mayor disponibilidad de agua se convertirán en puntos críticos de inmigración por motivos climáticos, por ejemplo, centros urbanos como El Cairo, Argel, Túnez, Trípoli, el corredor Casablanca-Rabat y Tánger.
El Informe recomienda que en Marruecos, la expansión de las ciudades costeras, deberá preparar una planificación urbana inclusiva y resiliente que considere los riesgos climáticos y sus impactos económicos y en la infraestructura urbana. El desarrollo y la gestión integrada de los recursos hídricos serán vitales, así como los esfuerzos por lograr un crecimiento económico con bajos niveles de emisión de carbono y resiliente. Y hace una mención especial a las medidas de adaptación en sectores sensibles al clima, como la agricultura, dada su importancia para la subsistencia y el empleo en la región.
En Vietnam, en el bajo Mekong, se prevé que el aumento del nivel del mar y las marejadas ciclónicas podrían crear puntos críticos de emigración provocada por impactos climáticos en algunas regiones costeras bajas densamente pobladas. Se trata de una región muy vulnerable a tormentas tropicales, cada vez más graves y frecuentes.
Estos factores ponen en peligro los principales medios de subsistencia, entre ellos, la producción de arroz, la acuicultura y las pesquerías. Se estima la aparición de ‘puntos críticos de inmigración’ por motivos climáticos, en zonas donde la población ya está aumentando, como el delta del río Rojo y la costa de la región central de Vietnam, donde las condiciones de disponibilidad de agua y productividad de los cultivos son más favorables.
Vietnam requerirá, por tanto, una planificación de la resiliencia climática en los principales centros urbanos costeros y medidas tempranas para preparar a las principales regiones agrícolas de baja altitud para los impactos del cambio climático. Es destacable que el país ya está trabajando para abordar los riesgos del cambio climático con la adopción de soluciones transformadoras, para continuar su actual senda de desarrollo.
En Asia central, zonas que son productivas en términos económicos, como el valle de Ferghana y que están densamente pobladas y nuevas áreas donde existen oportunidades para desarrollar medios de subsistencia, como el norte de Kazajstán, que poseen disponibilidad de agua y buena productividad de los cultivos, se estima se espera que serán ‘puntos críticos de inmigración’ ante el agravamiento de los impactos climáticos.
En Kirguistán (o República Kirguisa) en importantes regiones montañosas agrícolas y de pastoreo que experimentaran una mayor escasez de agua, se prevé que la migración de las zonas rurales a las urbanas podría incrementarse. El país ya está tomando medidas para abordar la resiliencia de los sectores sensibles al clima y la diversificación económica mediante la integración de las prioridades climáticas en los procesos y estrategias nacionales de desarrollo. Será importante que la planificación urbana de Kirguistán se tenga en cuenta el clima, el acceso inclusivo a viviendas, empleo y se mejoren la infraestructura, conectividad y servicios.
En Centroamérica, una investigación de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) revela un aumento de los “migrantes climáticos” desde la región hacía la frontera de México con EEUU. A las causas ya conocidas que impulsan la migración como la pobreza, la violencia y la discriminación, se le suma ahora el cambio climático: “Hemos perdido todo con el paso de los huracanes”.
Según la OIM, cada vez más personas buscan emigrar “para dejar atrás los desastres causados por fenómenos meteorológicos extremos que han devastado sus comunidades… la migración en todo el mundo se ve cada vez más afectada por las consecuencias de las inundaciones, huracanes y tormentas”.
Para 2050, el número de “migrantes climáticos” mexicanos y centroamericanos, según el Banco Mundial, podría estar entre 2 y 4 millones, ante cosechas cada vez más escasas (el café, el maíz y el frijol están siendo los cultivos más afectados por el cambio climático en Centroamérica) y eventos climáticos cada vez más extremos.
En los últimos años, la migración de personas principalmente salvadoreñas, guatemaltecas, hondureñas y nicaragüenses a través de México intentando llegar a EEUU (Ver Más Azul n°20, mayo 2021 “Aumenta el número global de migrantes” y n°19, abril 2021, “Migración en Centroamérica” ) ha marcado gran parte de las dinámicas migratorias de la región.
No solo huyen de la pobreza, la discriminación, la criminalidad, la violencia y la falta de empleo, sino también del cambio climático que se ha convertido en un factor determinante en la decisión de migrar, después de haberlo perdido todo.
Según la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos), las sequías, la degradación del suelo, la deforestación, la escasez de agua, el aumento del nivel del mar y el incremento de los fenómenos meteorológicos extremos (huracanes, tormentas e inundaciones), han inducido la migración forzada interna e internacional en esta región.
Los informes Groundswell proporcionan también recomendaciones en materia de políticas para morigerar la migración por razones climáticas y a la vez, prepararse para la posible migración de millones de personas de aquí a 2050. Las soluciones tienen carácter global –reducción de las emisiones y la incorporación del cambio climático en la planificación del desarrollo– pero asimismo un enfoque nacional y local. Es necesario ayudar a las comunidades a adaptarse o trasladarse.
Algunas de las recomendaciones sobre políticas pueden sintetizarse en tres principales: 1. Reducir las emisiones mundiales y hacer lo posible por alcanzar las metas del Acuerdo de París; 2. Integrar la migración interna por motivos climáticos en la planificación de un desarrollo verde, resiliente e inclusivo con visión de futuro; 3. Prepararse para cada etapa de la migración, a fin de que la migración interna por motivos climáticos pueda generar resultados positivos de desarrollo.
Como señala Juergen Voegele, vicepresidente de Desarrollo Sostenible del Banco Mundial: “El informe Groundswell es un crudo recordatorio del impacto humano que genera el cambio climático, especialmente en las personas más pobres, que en realidad son quienes menos contribuyen a causarlo. También sirve para establecer claramente la forma en que los países podrían abordar algunos de los factores clave que originan la migración por cuestiones climáticas”.
Con información del Centro de prensa del Banco Mundial.